¡Otro año más!


En esta ocasión soy yo el que va a ejercer el papel de narrador en la despedida de año y entrada del nuevo. Sí, parece mentira que hayan pasado dos años desde el comienzo de la pandemia y el bicho sigue haciendo de las suyas. ¡A ver cuándo se acabará esto! Tristemente muchos han despedido a seres queridos por culpa de la covid y parece que la tendencia no cambiará por más que el tiempo pase. Esto es así. Si al principio todos estábamos encerrados en casa, discutiendo con la familia, pegados a la pantalla, ya sea del TV o de los móviles, para ver las noticias o evadiéndonos con hobbies o mismo con videojuegos, conociendo a nuestros vecinos, jugando con ellos en la distancia a hundir la flota o al bingo mismamente.


Sin embargo, en aquel momento salieron voces que nos advertían lo que también pasó tiempo atrás, ya fuera con la pandemia de gripe de 1918 surgida en Fort Riley, en el estado de Kansas en USA, o con otros hechos inevitables que se extienden en el tiempo. Aquellas voces decían que nos íbamos a acostumbrar, por duro que fuera, que la gente no iba a estar pendiente y preocupada por lo mismo durante tanto tiempo. Que las ansias de libertad y de que todo acabe podrían más que el raciocinio. Por esa misma razón, muchas de las etapas en la Historia después de acontecimientos como una pandemia, vienen de la mano con un descubrimiento, de quitarse velos, de revolución. En España lo sabemos muy bien. Tenemos, por ejemplo, la Generación del 98, con poetas y escritores que vieron que la España colonial llegaba a su fin. También con la Generación del 27, a las puertas de la Segunda República con una dictadura de Primo de Rivera que prometió mucho y se desinfló como todas. Por no mencionar lo que ocurrió después de la dictadura de Franco y con el conocidísimo "Destape" en el cine, sobre todo. A nivel internacional tenemos los locos años 20, tras la primera gran guerra. Después de la Segunda Guerra Mundial, el uso de sombreros cayó en picado porque recordaban a los cascos y uniformes militares y los supervivientes no querían nada puesto en la cabeza porque les recordaba a aquellos momentos traumáticos.

En estos momentos comienza la apertura de ataduras que, durante este periplo, nos hemos tenido que abrochar. Poco a poco las cadenas se van liberando y nos sentimos mejor, pero no es momento de lanzarse de cabeza a una piscina que no sabemos cuánta agua tiene, por muchas ganas que tengamos de un chapuzón. Por eso, desde aquí, no vamos a pedir que os quedéis como estabais (o quedemos, también nos incluimos nosotros). No, el consejo que damos para todos es tener cabeza. La vida es muy larga y no merece la pena gastarla en un momento por más ansias que haya. Es muy duro, a veces, ver cómo un tren se escapa, pero de verdad os digo que vendrán muchos detrás. Disfrutad de los momentos que tengáis, sean cinco minutos para ver a un gorrión que se posa en la barandilla del balcón de un vecino, acariciar ese gato que te saluda desde el muro con un maullido, salir con tus amigos o declararte por fin a esa persona. No importa. Puede que el gorrión te acabe cagando encima del coche, que el gato te arañe, que tus amigos te dejen de lado o que tu crush no quiera saber nada de ti. Lo importante es que lo hagáis si os apetece y sin presiones. Y, sobre todo, que no os importe que suceda otra posibilidad no contemplada. Ya habrá momentos para el estrés, pero cuando realmente importe. El año acaba de empezar.

Abríos una cerveza, tomad una copa de cava, champán, vino o bebed agua directamente del grifo si sois de Madrid, me da igual. Es momento de empezar con los propósitos de año nuevo y qué mejor manera de comenzar que aplicar el sudalopollismo o sudalocoñismo (según os cuelgue o no). Yo me voy a achicar una botella de sidra. ¡Salud!

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