AÑO 4
Esta semana continuaremos con monólogos pendientes con…
> Showa Genroku Rakugo Shinjuu Sukeroku: Futabi Hen (Studio DEEN, 2017, 12 CAPS)
Volvemos a tocar esta magnífica historia, aunque no tanto fue el corte en el final de la temporada pasada, para darle un punto y final a ese momento tan especial que fueron las décadas de ocaso del rakugo. Con esta segunda temporada sabremos qué sucederá con este recurso teatral y, sobre todo, con los protagonistas. Si os soy sincero, tenía algo de miedo por ver cómo continuaban la historia y si por si acaso me hacían otra vez la misma jugada de cortar el anime y dejarnos con un palmo de narices ante una nueva escapada por falta de tiempo. Pánico me daba dicha situación y todo gracias a “maravillas” como Tokyo Ghoul. Eso sí que es un trauma.
Recordemos qué pasó anteriormente, pero no me vengáis ahora con “spoilers”. Si no habéis visto la primera temporada, ¿por qué co**nes estáis viendo el análisis de la segunda? Y ya estáis tardando en visualizarla, al igual que la reseña a la que podéis acceder pinchando aquí. Bien, como iba diciendo, recordemos qué sucedió al final de la temporada pasada: después de que Yakugo relatase a Yotaro y a Konatsu lo ocurrido en el pasado, nos encontramos con un salto de varios años en el que Yotaro se afianza en el mundo del rakugo, Yakumo disfruta de su fama y de poder descansar algo más y de Konatsu con un “bombo” sorpresa que, en una primera impresión mía, supuse que fue a causa de un picor extraño ahí abajo. Parece que no iba mal encaminado.
Ahora mismo, en esta segunda temporada, se retoma la historia justo desde dónde acabó la anterior, con Yotaro inclinándose al público, es decir, nosotros. A partir de ahí nos ofrecen un pequeño resumen de la temporada pasada tal y como si estuviesen relatando un rakugo. Éste es un detalle muy destacable por parte de los creadores de este anime que, por cierto, prácticamente siguen siendo los mismos a excepción de unos pocos integrantes, todos dirigidos por el mismo director de las dos “seasons”: Mamoru Hatakeyama.
-Yotaro, tráeme las zapatillas-
Tras la presentación, continuaremos con la historia tal y como la dejaron, mostrándonos la evolución y cambios en los personajes que vislumbramos en esos escasos minutos del episodio 13 del año 2016, respondiendo a muchas de las incógnitas que nos invadieron por aquel entonces. Eso sí, también aparecerán otras muchas que iremos resolviendo con el paso de los capítulos, aunque las más destacables irán contra el final, dejándonos con la boca abierta y obligándonos a poner en pausa el capítulo para seguir alucinando con el sorprendente giro en los acontecimientos que acabamos de disfrutar. De esos tendremos unos pocos y, naturalmente, callaré como una p**a para que nos os perdáis sorpresas. Sin embargo, lo que sí os diré serán dos detalles para aclarar varios aspectos que, o bien no los expliqué correctamente en el anterior análisis o bien sí merecían ser indicados para saber ambientar correctamente la historia del anime. El primero trata sobre la época en la que se empieza a relatar la primera temporada, concretamente es la década de 1970. Si os dije en algún momento que era época actual, “craso error” por mi parte. El segundo detalle es que este comienzo de la segunda temporada y el final de la primera no pasa prácticamente tiempo, sí lo hace con el final del relato del pasado que hace Yakumo a los chicos y el final abrupto de la temporada, aproximadamente unos 10 años.
El guión en esta segunda temporada se lleva de forma magistral, dejando que la historia fluya de manera natural, aunque tendremos momentos un poco confusos gracias a una enrevesada y rápida evolución de los personajes, tanto que en algunos momentos esto parecerá un culebrón venezolano (falta un personaje con tres o cuatro nombres, una hacienda y muchos caballos) o incluso nos acabaremos perdiendo entre tanto cambio, pero eso sí, el camino correcto se encuentra fácilmente y volveremos a la senda del relato casi sin darnos cuenta. Incluso, y esto ya lo escribo como curiosidad, dimos resuelto cierto misterio entre los miembros del blog. No, no es señalar quién se bebió la última birra de la nevera del presidente, sino cierta escena de Full Metal Alchemist que no entendíamos. La escena es la siguiente: vemos a dos personajes que se llaman igual y, por alguna razón desconocida, se peleaban. Lo curioso ya no es que se llamen de la misma forma, sino que el nombre era más largo que un día sin pan. Ése era el detalle que no entendíamos y que, gracias a la segunda temporada (concretamente al episodio 4), pudimos dar por explicado. Fijaos que no siempre hace falta que Íker Jiménez venga a ayudarnos. Bien, pues como deberíais saber, ponerle nombre a un hijo o hija en Japón puede convertirse en una odisea, más sobre todo si los padres son supersticiosos como los protagonistas de ese rakugo para niños, que resulta de lo más gracioso una vez descubramos la historia completa. También descubriremos que se pueden heredar los nombres artísticos sin ser necesario que el anterior intérprete de rakugo lo ceda a otro mientras esté vivo y también se pueden escoger los nombres si el último usuario falleció años atrás. Quien debe aprobar el nuevo uso es la asociación de maestros del rakugo. También la serie nos traerá a la palestra detalles en la sociedad de la época bastante llamativos, como las ordenanzas del gobierno nipón en adaptar los edificios a la normativa anti terremotos. No obstante, hay escenas (concretamente un episodio) donde los guionistas se toman una licencia especial a la hora de imaginarse las cosas, que no lo digo por mal, pero resulta del todo curioso. Existe un dicho que dice que todos los japoneses nacen sintoístas y mueren budistas, aunque en realidad es una mezcla de ambas. En este determinado episodio se remarca este hecho.
Al igual que el guión, los personajes de esta serie también son completos, esto es debido a que los tratan con mucho mimo desde el Studio DEEN y eso termina por notarse en el resultado global. Desde luego que estoy encantado con ellos. Lo estaba ya con la primera temporada y en esta segunda me reafirmo, porque consiguieron que sintamos algo por ellos (y no me refiero a la indiferencia). Quizás, como dije antes, se compliquen un poco, pero solo nos lo parecerá al comienzo de esta temporada, del resto no hay nada malo a mencionar. Lo que sí queda es un regusto sentimental cuando recordemos las relaciones entre todos, porque en esta temporada se remarcará el respeto por los demás, no solo el amor y la amistad como lo fue en la anterior, aquí va más allá, como si preocupase dejar “cabos sueltos” o “mal atados” antes de abandonar este mundo. El listado de personajes es el siguiente:
>Yotaro. Ha dejado de ser el novato de la primera temporada para coger el papel protagonista en esta segunda. Eso sí, no ha dejado de ser el tonto de siempre, aunque ahora va teniendo mejor mano con los temas personales y con la gente que le rodea.
>Konatsu. Aunque no destaque mucho y sea uno de los personajes “tapados” del anime, nos dará alguna que otra sorpresa. Su carácter fuerte contrasta en exceso con su sumisión, sobre todo con…
>Yakumo (8ª Generación). Es uno de los personajes que más cambia de una temporada a otra. Ahora se ha vuelto como Abe Simpson y está obsesionado con la muerte, aunque otra de sus manías es Konatsu, pero para mal. La misoginia hacia ella es enfermiza y difícilmente puede tener una explicación razonable. La única que se me ocurre es que ella paga toda la frustración por no tener a Miyokichi o pensar que ella tuvo a Konatsu por venganza. Sin embargo, hay una cosa de Konatsu que le gusta y es…
>Shinnosuke. No, no es quién pensáis. Este pequeñajo no va enseñando las cachas y preguntando a las chicas si les gustan los pimientos. Shin-chan es el hijo de Konatsu y el “predilecto” de Yakumo. Normal, si es el único nieto que tiene, aunque sea adoptivo. No tendrá un gran papel, pero dará el toque inocente a la historia.
>Matsuda. Es obligado meterlo aquí en el listado de personajes, pero a decir verdad, este caballero no ha cambiado ni cambiará en las dos temporadas de este anime. Cosa estática, por dios XD.
>Higuchi. Al igual que las manchas más difíciles, será complicado quitárselo de encima. Este escritor obsesionado con el rakugo y con el maestro (me refiero a Yakumo) no se despegará de nuestros protagonistas para conseguir llevar a este arte a una nueva etapa sin que desaparezca como forma de ocio y expresión cultural.
>Mangetsu Tsuburaya. Otro maestro del rakugo de una edad parecida a Yotaro. No obstante, al contrario que el protagonista, Mangetsu relata el rakugo de Kyoto, una variante algo diferente del tokiota en donde se utiliza un pequeño altillo con algunos utensilios para hacer ruido, como cuando nuestros protagonistas utilizan el abanico o la taza. Básicamente lo mismo.
>Isao Kido, alias “el jefe”. Tiene este alias porque es el líder de un clan yakuza, el mismo en el que se metió Yotaro tiempo atrás y por el que acabó en la cárcel. Este personaje, aunque no tenga una aparición continua en pantalla, sí que tendrá un peso vital en la misma, no solo por confluir con Yotaro, sino también con Yakumo, Konatsu y hasta con el pequeño Shinnosuke.
>O-Ei. Es la “madame” del local de geishas. Si no os gusta el “término”, pensad que el otro que tenía en mente era “madre superiora”. En fin… Esta mujer ya a las puertas de la tercera edad era la amiga íntima de Miyokichi y observará, más como testigo que como afectada, los roces y cambios en las vidas de nuestros protagonistas.
-¡Uy! Eh... Vaya, qué tarde se me ha hecho. ¡Adiós!-
Obviamente habrá otros personajes en esta historia, como nuevas apariciones de Miyokichi y de Sanosuke (2ª Generación); Koyuki, una joven pelirroja hija de Yotaro y de alguien más (qué listo soy yo, la chica no es una ameba); un crítico de rakugo bastante estirado o varios miembros del clan yakuza. Todos estos personajes forman parte de un mecanismo perfectamente sincronizado en donde las escenas de uno u otro personaje serán, ya no cruciales, pero sí muy entretenidas, mostrando (casi) un día a día en donde la rutina no existe.
Pasamos ahora al apartado del dibujo y animación para, lamentablemente, no destacar nada nuevo ni tampoco mejoras. Eso sí, tampoco fue a peor, estad tranquilos. El dibujo será tan excelente como lo fue en la primera temporada, con grandes detalles, una buena gama cromática y animaciones excelentes. Solo noté que decaían un poco en el capítulo 7, con el movimiento de los aviones en el despegue.
Respecto al sonido, mismo patrón que en el dibujo, muy buena calidad, pero nada sobresaliente. También tendrán momentos de patinazo como en la ambientación musical de algunos rakugo relatados en los primeros episodios, pero nada grave al no repetirse este patrón en el tiempo. La OST, en su mayoría, son temas instrumentales a excepción, del tema de apertura. El cierre es, en esta ocasión, otro tema instrumental.
El opening, de título “Imawa no Shimigami”, es una canción de jazz muy suave que casa genial con los cambios de ritmo que le imprimen, sin dejar de lado esa lentitud con la que empieza. Lo que más me ha gustado es la animación, mostrando muy bien los papeles y anhelos de los protagonistas en la serie. Me encanta la metáfora de estar muerto por dentro, aunque no es la única que muestran. La animación hace referencia a un rakugo nombrado y relatado de vez en cuando en este anime: el shinigami (por eso el título también lo referencia) y por eso la vela que se apaga al final. Sin embargo, el opening del capítulo 10 termina con la vela encendiéndose tras estar apagada. ¿Por qué? En ese episodio está la clave.
-Me he gastado todo el dinero en el patreon del blog de UPA-
Si nos paramos en el ending vemos que es un tema musical muy parecido al cierre de la temporada pasada (al comienzo), dando paso a un solo instrumental con una animación fantasiosa de un bosque de bambú en medio del mar. No hay mucho más a destacar.
LA NOTA:
Y colorín, colorado, este anime se ha acabado, al igual que el análisis. Sí, en efecto, en esta segunda temporada se da fin a esta historia. Para mí, sin duda alguna, es el mejor final que hubiese podido imaginar, no solo porque se cierra toda la historia importante entorno al rakugo, sino porque deja que la vida de los personajes continúe. Studio DEEN ha logrado aunar un gran guión con un magnífico tratamiento de los personajes que consigue enganchar sin dificultad y también emocionar con los acontecimientos que relatan. Es por ello que se aúpan a la cima más alta de nuestro ránking consiguiendo la ansiada A.
¿Qué pasaría si juntásemos las dos temporadas en una sola?
Que tendríamos un producto co**nudo capaz de mantenernos pegados a la pantalla sin que nadie dispare un arma una sola vez. ¡Y mira que es difícil! La historia relatada en este anime será de las pocas que dejen una gran sensación tras verla, recordando las escenas con buenos ojos. No cabría duda que una unión entre ambas como si fuera una única temporada crearía un producto que se recordaría como las buenas series de antaño, con mucho cariño. Es por esto que estoy agradecido al Studio DEEN por este magnífico trabajo. Ojalá haya más como éste tan bien llevados.
-Eres un pelota... y lo sabes-
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