AÑO 6
Esta semana veremos que hay mucho fan de Hideaki con...
>Devilman Crybaby (Science SARU, 2018, 10 ONAs)
Me siento confuso, como cuando le ofrecieron un negocio a Dinio y tuvo que arrimarse (y supongo que beneficiarse) a Marujita Díaz, aunque no sé si la beneficiaria fue la otra parte. Quién sabe si hubo rechuperreteo después del frotis (antes seguro, porque Marujita debía de estar más seca que la mojama), eso el tiempo no lo dirá (y espero que así sea). Lo que tenemos entre manos también sería para chuparse los dedos o escupir en las manos y empezar a cavar con la azada como buen agricultor, pero no es el caso. Aquí somos pulcros y nos gusta utilizar el tractor, con los guantes puestos y la gorra de Caja Rural, eso que no falte.
Devilman es otro experimento de Netflix, la archiconocida plataforma de streaming famosa por subir las cuotas cada año. Y por que Disney le quite todo lo que tenga que ver con Marvel, también. Ya, en el pasado, analizamos Castlevania con un resultado agridulce, ya que, de lo que en un principio prometían, al final la cosa se fue desinflando, quedando un panfleto de propaganda para una próxima temporada que se emitió. Dicen que esta segunda temporada también está muy bien, pero no pienso picar otra vez con ese "anime" de un estudio desconocido para el mercado. Ahora toca analizar el trabajo de otro estudio que solo conocen en su familia y que cuenta con dos trabajos en su haber como creadores principales: "Yoru wa Mijikashi Aruke yo Otome", una película viviendo la salvaje noche de Kyoto (no hay sexo, no sé qué tiene de salvaje) y, lo que más me llama la atención, es lo que ponen en ANN: "Contenido objetable: Significativo". Con dos cojones. Podría ser algo de ecchi, algo de psicología, folklore, mechas o hasta sobrenatural, pero no, "significativo". Ha de ser un mitin político o un concierto de air guitar. El otro trabajo de los chicos de SARU es otra película, "Yoake Tsugeru Lu no Uta", que se basa en las aventuras de unos jóvenes músicos que se topan con una sirena y no la de los coches de policía que van a desalojar el local, sino de las otras, como la del chiste, que la tiran al mar porque no tenían por dónde meterla.
En esta ocasión, Science SARU nos trae una reinterpretación del manga homónimo de 1972. Aquí, para variar, se han tomado algunas licencias, por lo que no estamos ante un trabajo que calca el original, ni siquiera la serie de anime de antaño. Esto no es para tirarse de los pelos, se hace con la práctica totalidad de las series adaptadas que lanzan al mercado, así que nada de rasgarse las vestiduras. Bueno, vista la temática de la historia, os podéis despelotar si queréis. Y hasta tocar XD. Y send nudes al mail del blog, muchachas. "Akira Fudou es un joven que vive con una familia amiga de sus padres, ya que ellos son doctores y viajan por el mundo ayudando a los más desfavorecidos. Akira es un poco peculiar: es algo flojo en los deportes, aunque lo intenta. Tampoco tiene una complexión muy atlética y musculosa. Lo que sí tiene es un amigo, llamado Ryo, de esos que, si nos ve nuestra madre con él, nos da una torta que se nos quitan las ganas de volver a saludarlo. Vamos, que no es buen chaval, pero como la madre de Akira no está, hay campo libre. Un día, después de muchos años, vuelven a encontrarse y Ryo lo invita a una rave salvaje donde los medios de comunicación sospechan que se realizan ritos satánicos. Ryo cree que allí hay demonios que matan a la gente y quiere que el mundo sepa de ello. Lo que no sabe Akira es que será poseído por un demonio".
-Minuto 4.04, venga vamos, solo esto puede ir a peor-
Con esta sinopsis un poco cortada hacia el final, comienza la serie. Por demonio no me refiero a lo que Rocco Sifredi comentaba de su badajo, sino a demonios según la religión: entes malvados que quieren destruirlo todo por afición, lo que se dice un troll de internet, pero sin cuernos. Bueno, algunos, otros no tienen novia. En esta ocasión, la historia se basa en un porcentaje muy elevado a la del manga. Por historia me refiero a conceptos generales y no a pequeños detalles. Incluso en el final coincide con varios puntos clave, pero lo del final lo comentaré en un ratito, que tiene miga (hola, Hideaki). En cuanto a las licencias que se toman, pues son las típicas para variar un poco el guion y también para actualizar el ambiente de la serie, como por ejemplo los móviles y las redes sociales, aunque esto conlleve tragar con un montón de zascas, tantos que me salían por la nariz, por las orejas y por el culo.
¿Es para tanto? ¿Son tan evidentes y malos?
Qué queréis que os diga. Con una civilización colapsada y matándose los unos a los otros, ¿qué puede sobrevivir? Exacto, el puto Instagram, Coonstagram o como narices se llame en la serie. Y con los datos móviles ilimitados. Ya no hablo de la batería porque si no... Bueno sí. Que me expliquen cómo cojones aguantan tanto las baterías de los móviles si no hay donde cargarlos. ¡Qué me estáis contando, SARU! ¿Qué móviles utilizáis en el estudio? ¿Tienen las mismas pilas que le mete Bart Simpson al mando de la TV? ¿Esas pilas que tanto duran? Igual son las de Duracell con el conejo dándolo todo porque allí todo dios moja, ¡hasta el apuntador! Da igual como sea la situación, el churro lo meten hasta en la taza del chocolate. Que vale que en un momento de tensión y destrucción como el que se vive, las hormonas se activan y toca repoblar la especie como si no hubiera un mañana hasta que se nos caiga el pito de tanto desgaste pero, ¿el Instagram? ¿Para qué? ¿Para ver cómo pasan hambre los de la tienda de enfrente? Eso porque no tienen casa.
Uy, cuidado con los que tienen casa...
Madre mía de mi vida con los que están tan tranquilos en su vivienda. Tienen comida, TV, agua caliente y los cristales intactos. No hay saqueos, ni llaman a la puerta los testigos de Jehová. Eso sí que es el paraíso. Sin embargo, sales a la calle y ¡boom! te encuentras pobres que te quieren disparar porque como eres guaperas con los ojitos molones y debes calzar una tranca que no te coje en un vaso de tubo, pues debes de ser un demonio. Eso sí, antes me empotras hasta que se me quede la cara del Schwarzenegger en Desafío Total, no vaya a ser que me maten sin que me hayan rellenado como a un pavo en Acción de gracias. Casi lo mismo que cuando sales de copas el sábado por la noche y te rocías con Axe. Eh, Axe, vaya efectividad.
Esperad a que coja aire. No es porque me haya cansado de soltar tanta animalada que, aun por encima es verdad, sino para seguir repartiendo porque todavía no he terminado. Qué grandes guionistas han trabajado aquí: Abel Góngora, Juan Manuel Laguna... Espera, espera, espera. ¿Esto no era un estudio japonés? Pyeong Gang Ho también está por medio.
¡Ay por favor! Que alguien me pellizque. ¿Quién dirige este cotarro? ¿El homólogo mexicano-japonés de J.J Abrams? ¿Cómo se llama? ¿Juan José Aburamayoshi? Que seguro se colgó de un olivo cuando vio semejante equipo (y cuidado que no he llegado a los animadores) y el estudio continuó como si no hubiera pasado nada. Porque no tiene otra explicación. La historia se relata a trompicones, las escenas van una tras otra con un hilo conductor que es muy tenue y en donde casi no se explica ni cómo ocurrieron las cosas, porque todo tiene la rapidez made in USA: planto el resumen de la escena delante y luego ya el espectador se monta su película en la cabeza. Olé. Todavía no sé cómo es que los dos protagonistas mantuvieron contacto después de tantos años, cómo fue que se separaron en el pasado y cómo narices se reconocen al momento. Ah, sí, esto lo dicen, porque Ryo es profesor en USA. Así que, si conduce un coche de gran cilindrada, lleva un subfusil y dispara a todo lo que se mueve, ¡debe de ser él! Oh my god, it's obviusly. ¿¡Pero qué puta lógica es esa!?
Tranquilo, Dani, relájate... Coge aire... Inspira... ¡PERO VAMOS A VER, CAGONDIOS! Si cuando a alguien lo poseen los demonios y cambia radicalmente, si alguien era un enclenque y, al día siguiente, vuelve ciclado con un paquete que parece que se haya metido el frutero entre las piernas, ¿cómo lo pueden ver normal? Vale que digan "oh, Akira-kun ha cambiado", ¿pero que se quede ahí? Un tipo que ayer se fue como Steve Urkel y hoy vuelve como Flash Thompson. ¿Es que la gente es gilipollas? Oh, míralo, qué rápido es ahora. Corre mucho, sí, ¡con el mismo estilo que el Coyote cuando persigue al correcaminos! Que parece que vaya a darse una patada en la cara. ¿Es que eso no es extraño? Pues parece que en la serie no. Así con todo. Y lo del final... Bueno, para hablar del final tenemos aun viejo conocido por estos lares.
-Ven, que no te voy a pegar-
Aquí está conmigo Hideaki, el creador de Neon Genesis Evangelion. Bien, cuéntanos sobre el final de Devilman, eh, ese final donde la humanidad queda erradicada, aparecen crucecitas blancas por doquier, hay criaturas bíblicas, el mar es de color rojo y hay dos paisanos mirando hacia el cielo. Eh, cuéntanos más, hijop**a. No me vengas ahora con spoilers. ¿Quién en su sano juicio vería la serie después de lo que acabo de decir? Estoy hablando de Devilman Crybaby, no de la tuya. Menuda inspiración la tuya, verdad, no te quemaron en la hoguera por plagio porque Dios no lo quiso. Luego me vendrán los fans de Evangelion con la boca llena, sí, pero de humo. Que como se pongan a hablar todos juntos esto se va a parecer al Londres del siglo XIX.
Por cierto, de tanto hablar de la lógica maravillooooosa de esta serie se me olvidaron los personajes. Aquí los más destacables:
>Akira Fudou. Es el protagonista de la serie. El chaval es un buenazo y un llorón de primera categoría. Si hasta me recuerda a Shinji... ¡Eh, Hideaki! ¿A dónde vas con tanta prisa? ¡No corras! En fin... El bueno de Akira es un nerd que, tras verse poseído por un demonio, cambia radicalmente, no solo de personalidad, sino también a nivel físico. Eso sí, seguirá siendo el llorón que era antes y de ahí el título de la serie.
>Ryou Asuka. Es el amigo de la infancia de Akira. Un rubio de ojos azules que se fue al extranjero para ejercer de profesor en USA. Un adolescente ejerciendo de profesor. Con un par. ¿Y el presidente quién es? ¿Un crío de 5 años? Pues no, parece que es un rubio con tupé y que, a veces, lleva una gorra de una entidad bancaria. Ryou es experto en demonios y quiere desvelarlos al mundo con la premisa de acabar con ellos. Tendrá la ayuda de Akira convertido en Devilman.
>Miki Makimura. Es una atleta del instituto donde estudia Akira. Desde jóvenes se han dedicado al atletismo, además de vivir juntos y es que la familia Makimura es la que acogió a Akira mientras sus padres estaban fuera. Miki es muy veloz y atractiva y por esa razón los medios gráficos van detrás de ella para sonsacarle alguna foto comprometedora al tratarse de una promesa del atletismo japonés.
>Miki Kuroda, alias Mi-ko. Es la amiga de Miki y también de Akira. Los tres se dedicaron al deporte juntos, aunque esta segunda Miki es la que, en un comienzo, sacaba ventaja. Ahora está obsesionada con superar a su compañera y rival en la pista y esa frustración hace que se vuelva, en ocasiones, una mezquina. Eso sí, si muchos estaban detrás de Makimura por su atractivo, sigo sin entender cómo no siguen a Kuroda si resulta ser la más guapa. Aunque bueno, vista la lógica de esta serie, no me extraña nada.
>Moyuru Kouda. Es otra gran promesa del atletismo japonés, tanto que en las pruebas de relevos compite él solo contra el resto de equipos. Lo de los controles antidopaje, genéticos o de lógica no existen. ¡Para qué!
Me gustaría olvidar todo este esperpento con el cambio de apartado, el de la animación pero, lamentablemente, no va a poder ser así. El dibujo es malo, malo de cojones. Parece que estuviera hecho por un grupo de coreanos tullidos que están cogiendo el pincel con las cachas. Ni siquiera respetan la proporción del cuerpo para los humanos. Vale que con los demonios pueden hacer lo que les plazca, pero una persona normal no tiene un brazo que mide el doble que otro. Lo de las caras, ya tal. Las animaciones y el movimiento de los personajes, de risa. La gama cromática es otro aspecto que no creo que sepan los dibujantes qué es. Colores apagados, poco contraste y sombras que faltan en numerosos puntos de las escenas son otras de las lacras visuales que nos presenta SARU. Aunque lo peor se lo llevan las fumadas que nos muestran. Por ejemplo, en el primer episodio, desde el minuto 11:03 hasta el 15:44 llevan un coche. Pues no mueven el volante ni de coña. Madre mía con las carreteras japonesas que no tienen curvas, parece Texas. Eso por no mencionar que las manos del conductor cambian de posición repentinamente de una escena a otra. ¿Queréis más? En algunos momentos se hace de noche de repente, como quien apaga la luz. Así, literalmente.
El sonido puede que sea lo menos malo de todo este invento. Hasta podría decir que está bien. Buena mezcla, audios limpios y una ambientación lograda que se ve desmerecida por estar conjuntada con semejante mierda en los dos apartados anteriores. Hasta las músicas, que son instrumentales, casan bien con la temática de la historia que relatan y eso que no soy muy fan de ese estilo musical, prefiriendo las canciones cantadas mil veces antes que unas "simples" instrumentales. Gran trabajo de Kensuke Ushio que también tuvo una colaboración en Space Dandy (con un sonido bastante decente para lo que fue ese trabajo de BONES) entre otras series de su currículum. Opening y ending vuelven a ser, al igual que en Castlevania, trabajos sencillos, con música y nada más. La apertura es un tema con música electrónica y pachanguera. Parece que volvemos a los 90 con ella. Solo falta que aparezca Will Smith en pantalla. Aunque la animación versa, en tonos muy oscuros, sobre los protagonistas y los demonios que ocupan el planeta. El cierre es más simple, con créditos sobre fondo negro y música, en cierta parte, épica.
LA NOTA:
Termino ahora con este despropósito al fin y es que Netflix se está convirtiendo, a pasos agigantados por lo que veo y me van comentando, en un BONES 2.0. Esto solo tiene un recorrido y una conclusión y es el destierro en este blog. Por el momento, dos de dos. Cuando sean tres de tres, a tomar por culo Netflix, al menos por mi parte. Ya depende de lo que haga Jorge con sus análisis pero, si en el tercer análisis que llegue a este blog de una serie donde el Señor Netflix pone dinero y aparezca otro cagarro, conmigo que no cuenten para nada más. Ni suscripción de por vida ni gaitas. Devilman Crybaby es el peor homenaje que esta gente haya intentado hacer jamás a esta saga. Lo peor de todo son las referencias que hacen a la serie de TV original, con algunas imágenes en un televisor cuando los protagonistas eran jóvenes. Es que hasta se veía mejor, con colores más intensos y un trazo más depurado y eso que se trata de una serie de los 70. Muy triste todo esto. La historia es otro cáncer del que no se salva ni el apuntador ni Aburamayoshi, menos aun siendo el responsable de presentar lo que sea que es esto.
Me parece que estoy oyendo a Hideaki en lontananza y pregunta por la nota. Pena que Evangelion no tenga la misma. En esta ocasión Devilman Crybaby se queda con la G. ¿El sello? El de defunción.
>Ryou Asuka. Es el amigo de la infancia de Akira. Un rubio de ojos azules que se fue al extranjero para ejercer de profesor en USA. Un adolescente ejerciendo de profesor. Con un par. ¿Y el presidente quién es? ¿Un crío de 5 años? Pues no, parece que es un rubio con tupé y que, a veces, lleva una gorra de una entidad bancaria. Ryou es experto en demonios y quiere desvelarlos al mundo con la premisa de acabar con ellos. Tendrá la ayuda de Akira convertido en Devilman.
>Miki Makimura. Es una atleta del instituto donde estudia Akira. Desde jóvenes se han dedicado al atletismo, además de vivir juntos y es que la familia Makimura es la que acogió a Akira mientras sus padres estaban fuera. Miki es muy veloz y atractiva y por esa razón los medios gráficos van detrás de ella para sonsacarle alguna foto comprometedora al tratarse de una promesa del atletismo japonés.
>Miki Kuroda, alias Mi-ko. Es la amiga de Miki y también de Akira. Los tres se dedicaron al deporte juntos, aunque esta segunda Miki es la que, en un comienzo, sacaba ventaja. Ahora está obsesionada con superar a su compañera y rival en la pista y esa frustración hace que se vuelva, en ocasiones, una mezquina. Eso sí, si muchos estaban detrás de Makimura por su atractivo, sigo sin entender cómo no siguen a Kuroda si resulta ser la más guapa. Aunque bueno, vista la lógica de esta serie, no me extraña nada.
>Moyuru Kouda. Es otra gran promesa del atletismo japonés, tanto que en las pruebas de relevos compite él solo contra el resto de equipos. Lo de los controles antidopaje, genéticos o de lógica no existen. ¡Para qué!
-Yo creo que se cagó y la mierda se fue para delante-
Me gustaría olvidar todo este esperpento con el cambio de apartado, el de la animación pero, lamentablemente, no va a poder ser así. El dibujo es malo, malo de cojones. Parece que estuviera hecho por un grupo de coreanos tullidos que están cogiendo el pincel con las cachas. Ni siquiera respetan la proporción del cuerpo para los humanos. Vale que con los demonios pueden hacer lo que les plazca, pero una persona normal no tiene un brazo que mide el doble que otro. Lo de las caras, ya tal. Las animaciones y el movimiento de los personajes, de risa. La gama cromática es otro aspecto que no creo que sepan los dibujantes qué es. Colores apagados, poco contraste y sombras que faltan en numerosos puntos de las escenas son otras de las lacras visuales que nos presenta SARU. Aunque lo peor se lo llevan las fumadas que nos muestran. Por ejemplo, en el primer episodio, desde el minuto 11:03 hasta el 15:44 llevan un coche. Pues no mueven el volante ni de coña. Madre mía con las carreteras japonesas que no tienen curvas, parece Texas. Eso por no mencionar que las manos del conductor cambian de posición repentinamente de una escena a otra. ¿Queréis más? En algunos momentos se hace de noche de repente, como quien apaga la luz. Así, literalmente.
El sonido puede que sea lo menos malo de todo este invento. Hasta podría decir que está bien. Buena mezcla, audios limpios y una ambientación lograda que se ve desmerecida por estar conjuntada con semejante mierda en los dos apartados anteriores. Hasta las músicas, que son instrumentales, casan bien con la temática de la historia que relatan y eso que no soy muy fan de ese estilo musical, prefiriendo las canciones cantadas mil veces antes que unas "simples" instrumentales. Gran trabajo de Kensuke Ushio que también tuvo una colaboración en Space Dandy (con un sonido bastante decente para lo que fue ese trabajo de BONES) entre otras series de su currículum. Opening y ending vuelven a ser, al igual que en Castlevania, trabajos sencillos, con música y nada más. La apertura es un tema con música electrónica y pachanguera. Parece que volvemos a los 90 con ella. Solo falta que aparezca Will Smith en pantalla. Aunque la animación versa, en tonos muy oscuros, sobre los protagonistas y los demonios que ocupan el planeta. El cierre es más simple, con créditos sobre fondo negro y música, en cierta parte, épica.
LA NOTA:
Termino ahora con este despropósito al fin y es que Netflix se está convirtiendo, a pasos agigantados por lo que veo y me van comentando, en un BONES 2.0. Esto solo tiene un recorrido y una conclusión y es el destierro en este blog. Por el momento, dos de dos. Cuando sean tres de tres, a tomar por culo Netflix, al menos por mi parte. Ya depende de lo que haga Jorge con sus análisis pero, si en el tercer análisis que llegue a este blog de una serie donde el Señor Netflix pone dinero y aparezca otro cagarro, conmigo que no cuenten para nada más. Ni suscripción de por vida ni gaitas. Devilman Crybaby es el peor homenaje que esta gente haya intentado hacer jamás a esta saga. Lo peor de todo son las referencias que hacen a la serie de TV original, con algunas imágenes en un televisor cuando los protagonistas eran jóvenes. Es que hasta se veía mejor, con colores más intensos y un trazo más depurado y eso que se trata de una serie de los 70. Muy triste todo esto. La historia es otro cáncer del que no se salva ni el apuntador ni Aburamayoshi, menos aun siendo el responsable de presentar lo que sea que es esto.
Me parece que estoy oyendo a Hideaki en lontananza y pregunta por la nota. Pena que Evangelion no tenga la misma. En esta ocasión Devilman Crybaby se queda con la G. ¿El sello? El de defunción.
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